Apasionado por la cocina, Fernando es una estrella culinaria en Hiroshima, siendo un guatemalteco el mejor chef de Okonomiyaki de Japón.
Nació en la ciudad de Guatemala en 1963. Una mala relación con su padre y problemas en el país le hicieron emigrar en busca de una mejor vida. Partió hacia Estados Unidos, posteriormente a Hawaii, donde pulió su habilidad de cocina.
Allí conoció a Makiko Yonezawa, una japonesa oriunda de Hiroshima. Se casaron en 1992 en esa isla, vivieron en varias ciudades norteamericanas; en 1995, decidieron mudarse a Japón. En este lugar, Fernando vivió un periodo de ajuste, pues aprender el idioma y la cultura, le fue difícil.
Después de un largo periodo de aprendizaje en Hassho, uno de los más exitosos restaurantes de okonomiyaki de Hiroshima, López, con el apoyo de Ogawa Hiroki, dueño de Hassho, abrió López Okonomiyaki en la primavera del 2000.
El restaurante que López dirige junto a Makiko es uno de los más célebres de la ciudad, y comer allí es difícil por lo pequeño y acogedor del lugar, lo que hace que los asientos a un lado de la plancha sean bastante cotizados. En TripAdvisor cuenta con una calificación promedio de “excelente”. En Yelp, el sitio para evaluar comercios y restaurantes, se refleja una calificación perfecta.
Este restaurante se dedica a la preparación de un platillo tradicional japonés, el Okonomiyaki, esencialmente, el platillo está hecho de una masa de harina de huevo y leche, repollo, soya, polvo de pescado, carne y huevo. Okonomiyaki significa “frito a tu gusto”, y se convirtió en uno de los símbolos de la reconstrucción de Hiroshima.
Sin embargo, en este emblemático lugar, la estrella es un chef guatemalteco; quien es un candidato para ser el más grandioso chef de este platillo de Hiroshima. Desde Japón, este guatemalteco talentoso, convoca a turistas, japoneses y aficionados gastronómicos a degustar el mejor Okonomiyaki de la ciudad.
Además de ser un chef exitoso, Fernando López es padre de familia y se conserva como una persona modesta; que guarda en su corazón y memoria a su país. Extraña la comida y las personas, y espera que más latinoamericanos visiten su restaurante.